martes, 13 de enero de 2009

Los años dejan sus marcas.

¿Qué anida en mi corazón?
¿Qué lamento se aloja en mi alma?
¿Qué silencio ahueca mis alas?

Oteo los vientos que rasgan mi alma.
Merodeo por los recovecos que cierran oscuros silencios.
Siseos de aire que enquistan el tiempo.

Salto a destiempo y siento un eco indescifrable.

Se perdió el tiempo como arena mojada que pierde humedad cuando el sol le da.

Un sueño o un recuerdo.
Una palabra o un eco.
Un te quiero o un te miento.

¿Qué es todo eso?

Vivir tiene su precio.

Te busco y no te encuentro.

Cuando ante mí te tengo, te pierdo.

El abrazo no llega a dentro.
La mirada a veces rasga.
Otras veces traspasa.

Los ojos que no encuentran ecos, se apagan.

Los años dejan sus marcas.

No son los años, son los desdichos y las acciones frustradas.
Son los desencuentros de almas que vagan.

Retorno al cubículo de la Madre.
En ella se ampare.

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