martes, 24 de julio de 2007

En aquellos tiempos...

LAS ALMAS PRIVADAS DE AMOR LANGUIDECEN

Cuando un alma es privada del amor ésta queda en la penumbra y poco a poco se marchita, muere. Languidece, pierde su luz.

Aquella llama que aviva las almas pierde fuerza y apenas deja rastro de lo que fue.

Hay muchas formas de muerte.

Ella pasó al lado oscuro al carecer del fuego que la iluminaba cuando le amaba.

La madre no había creído nunca que algo así pasara pues desconocía en si misma el fuego que del amor se deriva.

Cuando supo las consecuencias ya era tarde, no pudo poner remedio y murió de pena. Ella amaba sin saberlo a esa hija que por su falta se perdía.

Para su desdicha vio como día a día se oscurecía y transformaba. Como se convertía en la morada de las sombras y la noche. De que en el dolor y la pena que se daba a su alrededor se agigantaba. Fue tal el dolor que experimentaba por las consecuencias de su intervención que quiso destruirla. Fue en vano ya que no era dueña de su vida. Cuando intentó anular a la hija, un amanecer luminoso su arma se volvió en contra suya y sin poderlo evitar ella misma se quito la vida. Kalhyma bebió la sangre de Murnhay y por ello se convirtió en la furia. Salió como una sombra imprecisa que nadie alcanzó a ver.

Cuando se acercaron a la cabaña de las dos mujeres fue tan terrible y espantoso lo que allí encontraron que todos cogieron antorchas y las tiraron sobre el tejado para que se quemara. Se produjo un estruendo terrorífico quebrando la tierra y arrastrando con ella todo lo que en otro tiempo fue la morada de las dos mujeres.

Pasaron lunas hasta que las gentes de la Comuna osaron acercarse por las inmediaciones y por supuesto nunca solos ni cuando llegaba la noche. Se convirtió en un territorio lúgubre. Aunque se hicieron rituales para neutralizar las malas sombras que decían lo cubrían.

Con el tiempo consiguieron paz y serenidad. Paso al mundo de lo que quizás ocurrió alguna vez. Lo innombrable. Ese plazo transcurrido fue de siete ciclos de la tierra. Mudaron los árboles y nacieron las mieses durante ese tiempo, pero quemaron esas cosechas y sólo osaron alimentarse de productos silvestres que encontraban en las inmediaciones.

En aquella madrugada, en que la calamidad se adueñó de la Comuna nació una niña a la que llamarían Kary. Los ancianos y ancianas consideraron que era ella la nueva guía de la Comuna. Fue asignada como quien será capaz de cerrar el círculo del mal que con aquellos acontecimientos había quedado abierto. Su madre lloró la desgracia que pensó se cernía sobre su amada hija. Mientras la amamantaba brotó sangre de sus dilatados pechos. La niña fue alimentada con el néctar de las flores y el jugo de frutos silvestres. Su hermana Nora, que era una niña de ocho repeticiones de las nueve lunas, masticaba los alimentos hasta hacer con ellos una papilla casi líquida que depositaba en la boca de Kary.

La madre embargada por el dolor se secaba. Sus pechos caían como pellejos y sus carnes desaparecían. Era casi un esqueleto de ojos hundidos y gesto asustado. Tenía visiones, las mismas que sus dos hijas. La unión del cordón umbilical conservaba el nexo astral de las tres.

Supo cuando venían las fuerzas de la oscuridad, y antes de que pudieran caer bajo su influencia puso a Nora al cuidado de su hermana advirtiéndole que no volviera la vista atrás bajo ningún concepto. Que no había otra salida. Que era ella quien debía sacar a su hermana de las fauces de la furia que venía a cobrarse su víctima ya que la furia y Kary estaban unidas por los dos lados de la Labrys. Una era la fuerza destructiva y la otra la constructiva. Kary debía alcanzar el conocimiento fuera de la Comuna ya que era a ella a quien querían destruir.

Cuando la madre murió atravesada por la gélida mirada de la furia una serena sonrisa se dibujó en su cara. Sus hijas estaban fuera de peligro y ella confiaba.

Poco antes envió al muchacho, Whymk, bajo un embrujo para que las acompañara en su viaje.

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