miércoles, 10 de diciembre de 2008

NOSOTRAS



He regresado bajo un empedrado de nubes rayado por un sol en su ocaso.
He vivido estos días bajo la niebla y arropada por el frío.
Hoy, en Barcelona, lo primero que me ha sorprendido ha sido el impacto luminoso que tanto afecta a mi alma.
Me gustan los atardeceres y los paseos que describes.
Será que nací a la orilla de un río en una ciudad que divisa la Sierra nevada, en estos días.
Mis dolores vienen y se ausentan pareciéndome ajenos.
He escrito tras leerte, amigo micros. Se tendrá que buscar tu texto como referente.
En mi mochila iba la cámara y no ose sacarla, para no romper el encantamiento en que me sumergía bajo las nubes que recibían el impacto de una puesta de sol que se precipitaba sobre ellas como si un mar rocoso bogara sobre nuestras cabezas.
Me enfrasqué y bañé de ellas.
Sobre nosotros un tupido cielo pleno de nubes, a la izquierda la Sierra nevada y a la derecha un espacio que se dimensionaba hacía el infinito del alma.
Fue un retorno para atesorar en ese baúl de los recuerdos hermosos. La magia de estas fechas se condensó en ese tiempo que me llevó a las puertas de la noche y el cálido lecho que añoraba en los días pasados.
Mis idas y venidas siempre son bajadas a los fondos oscuros y renaceres. Forman parte de ese proceso en que la duda a veces constriñe mis entrañas.

Anna SB, 6 de enero de 2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario